Thanks to La Vanguardia for inviting ECHAlliance to this interesting panel discussion about “How new technologies improve the efficiency of the health system”
Cada vez vivimos más años y quien llega a edades avanzadas lo hace con mejores condiciones. Tenemos una población que, a menudo, sufre enfermedades crónicas y que demanda una atención médica constante. La investigación desarrolla nuevos avances en tecnología de la salud. Aplicaciones que hacen un seguimiento de nuestra dieta, que nos recuerdan si hemos hecho o no ejercicio… Las innovaciones tecnológicas pueden mejorar la atención de los pacientes y ayudar a evitar el colapso del sistema sanitario.
Nuestra salud depende de varios factores. El 15% es genético, otro 15% depende de dónde vives, de qué posibilidades tienes, y el 70% restante depende de uno mismo, de la prevención y de la autogestión que hagas. Hay que adaptar el sistema sanitario a los nuevos retos que tendrá que afrontar, como el envejecimiento de la población y la cronificación de muchas enfermedades. Pero no podemos empezar la casa por el tejado. Primero hace falta analizar el escenario y a posteriori estudiar cómo nos pueden ayudar las nuevas tecnologías. Por ejemplo, según varios estudios, el 60% de personas que padecen enfermedades crónicas no siguen las pautas de medicación, por varios factores. ¿La tecnolo-gía puede motivar a este paciente a mejorarlo?
Es una de las preguntas que se han puesto sobre la mesa este lunes en el debate Catalunya futuro que organiza La Vanguardia en colaboración con la Generalitat. Han participado Lluís Juncà, director general de Promoción Económica, Competencia y Regulación de la Generalitat; Luis Badrinas, CEO and Partner Community of Insurance and Barcelona Health Hub; Joan Cornet, director digital Health Academy and Observatory d’ECHAlliance; Gemma Estrada, directora digital de Health and Technology en Ferrer; Daniela Clape, CEO y Founder de Xpeer Medical Education, y Manolis Kogevinas, director científico de ISGlobal.
La Generalitat apuesta por las nuevas tecnologías aplicadas a la salud pero la pregunta es ¿quién paga todo eso? Aquí la colaboración pública-privada será clave. Lluís Juncà afirma que “lo pagamos entre todos, pero tenemos que tener claro qué queremos pagar y qué no. Queremos vivir en una sociedad puntera en temas de salud, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Pero seguramente la colaboración entre administración y sector privado es necesaria”. Hay que evaluarlo bien. “Tenemos que seguir dando bienestar a la ciudadanía pero también que el sector de la salud siga siendo un motor económico. Si no vigilamos, es un pozo sin fondo. Porque, ¿quién está en contra de invertir más en salud?
La financiación de la biomedicina
La Generalitat apuesta por la digitalización de la salud a través de la colaboración pública-privada
Nadie. Tenemos que llegar a un consenso sobre cómo distribuimos los recursos. Porque también queremos escuelas de primer nivel, invertir en movilidad… Y Juncà recuerda que si hay mejoras en movilidad que motivan a la ciudadanía a ir más en bicicleta y menos en coche eso, de rebote, tiene impacto en nuestra salud y la del medio ambiente. Y asume que “allí donde hay más distancia entre el nivel de transformación real y las oportunidades que ofrece la tecnología es en la administración. Los políticos debemos aprovechar las herramientas que tenemos a nuestro alcance para transformar la administración que, en muchos ámbitos, sigue como hace 150 años. Hacen falta decisiones valientes”.
Quien paga la fiesta, como dice Juncà, es importante. Pero también que la sociedad entienda que hay un cambio de paradigma. Hace falta educación de la salud. Una visita virtual al médico puede sustituir una presencial y evitar así costes, tiempo, colapso de las consultas. Daniela Clape dice que “la tecnología nos puede ayudar a tener un acceso mejor al sistema sanitario, apostando por la telemedicina, visitas virtuales. Pero hay que dar a la tecnología el factor humano”. Tener confianza en las nuevas tecnologías es lo que tiene que transmitir el personal sanitario.
Algunos sectores son reticentes pero tienen que ver las innovaciones como una ayuda y no como una amenaza. Joan Cornet cree que ante la duda de sí la digitalización puede hacer perder humanidad a la atención, “al contrario. Si se aplica bien, los profesionales tendrán que hacer menos gestiones rutinarias y se podrán dedicar más a atender mejor a los pacientes”.
Gemma Estrada está de acuerdo pero va todavía más allá. “La salud digital se encuentra en la convergencia entre lo que son las nuevas tecnologías y en cómo hacemos nosotros la vida en sociedad. Es un cambio cultural sobre como entendemos nuestra salud y como recibimos esta atención sanitaria. No se trata de enchufar tecnologías de manera descoordinada en procesos sanitarios existentes.
Hace falta repensar el sistema de nuevo y llegar al punto donde podamos integrar todas las atenciones que necesitamos como pacientes y como ciudadanos. Conseguir tener una mejor experiencia humana aunque el vehículo sea la nueva tecnología. Reducir el tiempo de espera sería una buena experiencia. Un paciente crónico puede recibir atención sin moverse de casa de una manera continua, más intensiva que si tuviera que ir a visitas cara a cara con su médico”. Estas son algunas de las virtudes de la aplicación de las nuevas tecnologías.
Para conseguir esta nueva educación con respecto a nuestra salud hacen falta mucha información y pedagogía entre la población y mucha formación entre los profesionales. Por una parte, alguien puede pensar que las personas mayores no serán capaces de adaptarse a los cambios, pero Gemma Estrada afirma que “no podemos subestimar a nuestros abuelos. Muchos se han adaptado a la receta electrónica, otros son usuarios de la teleasistencia, muchos reciben recordatorios de visita vía SMS. La edad no es una barrera para interactuar con la tecnología”.
El sistema educativo tarda en cambiar, apunta Clape y “quizá hasta dentro de diez años no se incluyen todos estos cambios en los currículums universitarios de la carrera de medicina”. Cree que “hay que cambiar el formato de la formación, tiene que ser más personalizada, más tecnológica, sin barreras geográficas”. Cornet explica que “no sólo hay que poner más inversión sobre la mesa, sino que tenemos que destinarla de otra manera Quizá debemos aplicarla en herramientas que permitan hacer más sostenible el sistema sanitario”. También cambiará la vida de los profesionales. Estrada pone como ejemplo “los sistemas inteligentes de ayuda a la decisión. El médico se ahorrará tener que bucear entre datos, ganará tiempo y mejorará la calidad de la atención a sus pacientes”.
Un sector al alza
Las empresas catalanas de biomedicina captaron 60 millones de euros en inversiones, el año pasado
Hay otro debate paralelo, que es el de la cesión de datos sobre nuestra salud. ¿La población está dispuesta a cederlos para estudios de los cuales se beneficiará toda la ciudadanía? Kogevinas recuerda que “queremos tener muchos datos y utilizarlas, siempre preservando el anonimato de las personas.” Estrada está de acuerdo pero añade que “los datos que cedo pueden ayudar a otro pero me pueden beneficiar a mí. La Comisión Europea está trabajando para que todos tengamos una identidad digital única”. Es una herramienta, según Cornet, “empoderará al paciente”.
Y qué efectos negativos puede tener las tecnologías? Más allá de adiciones, sobre todo entre adolescentes, Kogevinas explica que “los móviles, los iPad pueden reducir las horas de sueño. El único efecto negativo que sabemos que pueden tener es que alteran las
horas de sueño. Si puedes evitar exponerte a demasiada luz azul antes de dormir, mejor”. Kogevinas explica que en la costa oeste de Estados Unidos, por ejemplo, han retrasado la entrada en las escuelas para las cuales los adolescentes ganen horas de sueño. Hay soluciones tecnológicas, y de otros de educativas, prácticas o sociales.
Otro de los hándicaps es que la tecnología cambia demasiado rápido y eso dificulta la investigación, según Kogevinas. “Haces una evaluación de un tema y cuando lo quieres aplicar, ya ha cambiado la tecnología”.
CIUDAD puntera
Barcelona acoge el primer ‘hub’ de salud para poner en contacto a todos los actores del sistema sanitario
Barcelona es pionera en salud e investigación. Es la ciudad que acoge el primer hub o espacio global en esta materia. Es el Barcelona Health Hub, una entidad privada sin ánimo de lucro, un ecosistema global que en sólo 15 meses ha conseguido 170 miembros. Aquí ponen en contacto a todos los agentes que trabajan en el ámbito de la salud: hospitales, start-ups , universidades e inversores. Son los actores que harán que el sistema sanitario camine hacia delante. Luis Badrinas explica que “la clave del éxito es que hacía falta uno hub global para la transformación digital de la salud. Esta conexión permite intercambiar conocimiento, experiencias. Estamos digitalizando muchos procesos de salud. Una manera de prevenir el colapso de los hospitales es esta vía”.
Salud y tecnología van de la mano, es un binomio inseparable. Este potencial innovador tiene que situar al paciente siempre en el centro. Nunca se puede olvidar el factor humano. Y hay que conseguir que la tecnología lo mantenga. Juncà lo resume: “Tenemos que pasar del paradigma de la desconfianza, al paradigma de la complicidad. En muchos sectores estamos acostumbrados a desconfiar demasiado pero en el ámbito de la salud, como el beneficio es tan claro, es fácil crear entre todos un ecosistema que nos permita confiar los unos en los otros. Debemos hacer un espacio de confianza y de colaboración”. Hay que simplificar los procesos, vía nuevas tecnologías, para que los ciudadanos tengan siempre soluciones más próximas y de fácil acceso. Hay que enseñarles que la tecnología ha entrado en el sistema de salud para mejorar su calidad de vida
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